¿Qué edad tienes? ¿Cuánta memoria tiene tu móvil? ¿Cuántas calorías tiene una hamburguesa? ¿Qué velocidad alcanza tu moto? Estamos acostumbrados a emplear a diario diferentes unidades de medida y nos resultan indispensables para entendernos en determinados aspectos de nuestra vida.
Si la previsión del tiempo nos dice que este fin de semana llegaremos a los 25 ºC a lo mejor nos animamos a ir a la playa o a hacer una barbacoa en el campo, pero si la temperatura no va a pasar de los 10 ºC quizá sea mejor buscar otro plan alternativo y dejar el bañador guardado para una mejor ocasión. Somos capaces de distinguir cuándo hace frío y cuándo hace calor a partir de unos determinados valores de temperatura.
La capacidad de medir nos resulta muy útil en nuestro día a día y es una herramienta esencial en el ámbito de la ciencia, pues permite expresar con números las cualidades que observamos en los cuerpos. Estas cualidades que podemos medir las denominados magnitudes.
La medida de cualquier magnitud se realiza por comparación con un patrón que consideramos de referencia. La cantidad de esa magnitud es el número de veces que contiene a ese patrón definido y que denominamos unidad de medida.
Con el objetivo de unificar las diferentes unidades de medida que se han ido empleando en diferentes zonas a lo largo de la historia, en 1960 la Conferencia General de Pesas y Medidas instauró el Sistema Internacional (SI) de Unidades, vigente en la Unión Europea y obligatorio en España (Real Decreto 2032/2009).
Magnitudes fundamentales y derivadas
Las leyes físicas relacionan entre sí un conjunto, por lo general amplio, de magnitudes. Pero podemos seleccionar un cierto número de magnitudes fundamentales a partir de las cuales podemos definir todas las demás, que denominados magnitudes derivadas.
Las magnitudes que consideramos fundamentales son la longitud, la masa, el tiempo, la temperatura, la intensidad de corriente eléctrica, la intensidad luminosa y la cantidad de sustancia. Sus unidades en el SI son:
Además, suelen considerarse dos magnitudes suplementarias a éstas, que son el ángulo plano y el ángulo sólido, cuyas unidades son el radián (rad) y el estereorradián (sr), respectivamente.
Las magnitudes derivadas se definen a partir de dos o más de las anteriores. Por ejemplo:
Las unidades de algunas magnitudes derivadas reciben un nombre propio, como en el caso de la fuerza (newton), la presión (pascal) o el flujo magnético (weber).