Son heteroproteínas formadas por una parte proteica (apoproteína) y una parte no proteica de naturaleza lipídica (grupo prostético).
Encontramos muchas lipoproteínas asociadas a las membranas celulares pero existe un conjunto realmente importante de lipoproteínas transportadoras de lípidos, que se encargan de transportar los lípidos a través de la sangre o la linfa entre el intestino, el hígado y los tejidos adiposos y musculares.
Básicamente están formadas por una monocapa lipídica de fosfolípidos con sus cabezas polares situadas en el exterior y sus colas apolares orientadas hacia el interior, de carácter hidrofóbico, donde se alojan los triacilglicéridos y el colesterol:
Las proteínas se asocian a la monocapa lipídica, aumentando la estabilidad y la solubilidad, y permitiendo el reconocimiento celular. Las más importantes son:
- Quilomicrones: se producen en las células del intestino delgado a partir de los ácidos grasos, la glicerina y el colesterol que absorben, desde donde pasan a la circulación (a la linfa y, posteriormente, a la sangre).
- VLDL (lipoproteínas de muy baja densidad): se sintetizan en el hígado para el transporte de triglicéridos, fosfolípidos y colesterol que podrán ser liberados en las células para su metabolismo (músculo) o su almacenamiento (tejido adiposo). En su composición, en torno al 90 % son lípidos. Son las precursoras de las LDL.
- LDL (lipoproteínas de baja densidad): a medida que las VLDL van acumulando más lípidos se transforman en lipoproteínas LDL. Las células sintetizan unos receptores específicos que se unen a éstas, según sean sus necesidades. Si el contenido de colesterol en el interior de la célula es elevado, la síntesis de receptores disminuye y el contenido de LDL en sangre aumenta, lo que favorece la formación de depósitos en las paredes arteriales.
- HDL (lipoproteínas de alta densidad): su función es la contraria, pues se encargan de transportar el colesterol desde los tejidos hasta el hígado para su eliminación. Pueden retirar colesterol de las arterias, evitando la formación de depósitos en las mismas, por lo que se le denomina «colesterol bueno».