Los lípidos son un conjunto de biomoléculas muy heterogéneo desde el punto de vista químico. En general, poseen un número relativamente alto de átomos de carbono e hidrógeno y una proporción pequeña de átomos de oxígeno. Pero hay dos características que los diferencian de los demás:
- No forman macromoléculas, es decir, no forman polímeros de elevada masa molecular.
- Son insolubles en agua y solubles en disolventes apolares orgánicos
Debido a su insolubilidad, los lípidos aparecen asociados a proteínas que facilitan su transporte en el organismo y permiten su reconocimiento y posterior entrada en la célula.
Muchos de ellos son moléculas anfipáticas, es decir, están constituidas por una estructura apolar e hidrófoba de átomos de carbono unidos covalentemente, y un grupo polar e hidrófilo que interacciona con el agua. Debido a esto, los lípidos anfipáticos se orientan en los medios acuosos de manera específica, permitiendo su presencia en las células y formando estructuras de gran importancia biológica.
Funciones de los lípidos
Las principales funciones de los lípidos son:
- Reserva energética: proporcionan unas cuatro veces más energía por mol que la glucosa (unas 9’3 kcal por gramo), por lo que son una excelente forma de almacenar energía. En los animales se almacenan en las células adiposas y en los vegetales abundan en los frutos y semillas.
- Estructural: debido a su naturaleza anfipática son el componente fundamental de todas las membranas celulares.
- Protectora: como el tejido adiposo subcutáneo (panículo adiposo) que actúa como aislante térmico (especialmente importante en animales que hibernan o viven en ambientes fríos), o la grasa que se encuentra alrededor de algunos órganos esenciales, como el riñón.
- Reguladora: las prostaglandinas, algunas hormonas y las vitaminas liposolubles tienen naturaleza lipídica, y actúan regulando importantes funciones fisiológicas.
- Específicas: como los pigmentos fotosintéticos encargados de absorber la luz.
Clasificación de los lípidos
Los lípidos se pueden clasificar según su tendencia a formar sales como los jabones (reacción de saponificación):
- Lípidos saponificables: son ésteres de un ácido graso y un alcohol, por lo que pueden dar la reacción de saponificación. Son los acilglicéridos, las ceras, los glicerolípidos y los esfingolípidos. Son hidrolizables.
- Lípidos insaponificables: son derivados de hidrocarburos lineales o cíclicos insaturados. No contienen ácidos grasos de modo que no dan la reacción de saponificación. Son los terpenos, los esteroides y las prostaglandinas. No son hidrolizables.