Los glúcidos son biomoléculas orgánicas constituidas fundamentalmente por átomos de carbono, oxígeno e hidrógeno. Químicamente son polialcoholes que poseen un grupo carbonilo (aldehído o cetona). Es decir, que podemos definirlos como polihidroxialdehídos o polihidroxicetonas:
Esta manera de representar las moléculas en el plano se denomina proyección de Fischer y resulta de proyectar en el plano las estructuras tetraédricas de los átomos de carbono, de manera que al dibujarlas los enlaces formen ángulos rectos. El grupo funcional principal se sitúa en la parte superior y los grupos hidroxilo a la derecha o izquierda, según el caso.
El grupo carbonilo se caracteriza por su poder reductor, es decir, por su capacidad de oxidarse a ácido carboxílico. Que un glúcido conserve libre este grupo determinará su capacidad para actuar como reductor, hecho que se puede comprobar mediante la reacción de Fehling.
Los glúcidos más simples se denominan osas o monosacáridos. La unión de estos monómeros da lugar a moléculas más complejas llamadas ósidos que pueden contener un número variable de osas e incluso asociarse a otras moléculas diferentes, como lípidos o proteínas.